Lionne.

Tú...

No eres tu nombre. No eres tu empleo.

No eres la ropa que vistes ni el lugar en el que vives.

No eres tus miedos, ni tus fracasos... ni tu pasado.

Tú... eres esperanza.

Tú eres imaginación.

Eres el poder para cambiar, crear y hacer crecer.

Tú eres un espíritu que nunca morirá.

Y no importa cuántos golpes recibas,

te levantarás otra vez.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Mi profesora de francés

Mi profesora de francés es muy alegre. Algunos incluso dirían que demasiado. Siempre va con una sonrisa en el rostro, enseñando sus dientes blancos. De vez en cuando, con la mano derecha, se echa el pelo rojizo hacia atrás, aunque lo tiene tan liso y suave que en unos instantes vuelve a estar en su posición original.

Mi profesora de francés baja las escaleras del instituto a su manera, siempre con algo entre las manos, ya sea un libro, un cuaderno, o su bolso; y dando pequeños saltitos, como un alegre duende. Saluda a todo aquél que se cruza en su camino, la mayoría de veces en francés, pero otras, para quien todavía está en primer curso o no la entiende bien; en español.

Mi profesora de francés siempre entra en el aula con prisa, dejando su maletín sobre la mesa y hablando con rapidez, mientras mezcla palabras en ambos idiomas. A veces nos promete carambares (caramelos franceses) si al terminar la clase nos hemos portado lo suficientemente bien. Pero es tan buena, que aunque nos pasáramos la clase hablando o tirando avioncitos de papel, ella nos seguiría premiando con chucherías.

Mi profesora de francés no exige mucho, de hecho se contenta con bastante poco. En el instituto en general, y en mi clase sobre todo, hay un nivel muy bajo de francés. Por eso, cuando alguien hace algo bien, ella se alegra de sobremanera y reparte positivos a diestro y siniestro. Podría parecer poco educativo, pero nos da un aliciente para seguir, y probablemente los que no suelen estudiar ni se toman en serio la secundaria, en su clase expresan sus ideas (a veces disparatadas) y contestan correctamente a todo lo que pueden. A varios individuos de mi clase los he visto dormirse en clases de ciencias sociales, lengua o matemáticas, y sin embargo no dejar de mirar y prestar atención a la profesora en los cincuenta minutos que dura la lección.

Mi profesora de francés, a diferencia de muchos profesores del instituto, no se queda en el interior del edificio cuando le toca hacer guardia en el patio, calentita; sino que se saca un café de la máquina, se abriga, sale fuera y se une a un grupo de personas, a veces las de mi clase, otras las de cursos inferiores, pero siempre conversa con alguien.

Mi profesora de francés tiene un marido, y una hija. No me imagino a dos personas en mejores manos, pues ella es capaz de hacerte feliz tan sólo con sus bromas y su capacidad para escuchar y comprendernos a nosotros, los más jóvenes. Los demás profesores nos suelen tratar como niños, otros como ignorantes. Ella nos trata como adultos, y se agradece. Así que nosotros la tratamos con el máximo respeto posible. Su clase es en la que más nos reímos, pero también en la que más nos cunde, en la que más cosas damos en tan sólo un día.

Pero, hoy, mi profesora de francés lloraba. Hacía dos días que no aparecía por el instituto, y no nos preocupamos mucho, pensando que se trataría de algún resfriado o virus pasajero. Después del segundo recreo, todos los alumnos de mi clase nos reunimos en la puerta del aula, a la espera de que nos abran la puerta, y mientras, charlamos. Nada más llegar yo, una amiga mía nos ha contado muy seriamente que había visto a nuestra profesora de francés con la tez blanca como la leche, cabizbaja, y llorando. Ni qué decir que se me ha encogido el corazón. ¿Cómo una persona con tanta vitalidad, tanta alegría en el cuerpo, tanto “salero”, como dicen algunos, podía encontrarse en semejante estado de ánimo? Nadie la habíamos visto nunca así, en los casi dos años que lleva en nuestro centro escolar. Siempre estaba alegre, contenta. Sin embargo, hoy no.

Me he pasado las dos horas restantes que quedaban hasta llegar a casa, pensando en lo que podía ocurrirle. ¿Tal vez su hija había sufrido un accidente? ¿O quizás su marido? Nadie lo sabíamos.

A las dos y media, cuando ha sonado el timbre, hemos recogido, nos hemos despedido del profesor de ciencias sociales, que nos impartía clase hasta ese momento, y hemos salido del aula. Unas cuantas amigas y yo nos hemos retrasado, quedándonos hasta casi diez minutos en el pasillo. Cuando por fin hemos seguido andando para subir las escaleras (estamos en el piso menos uno) y marcharnos a casa, la he visto. A ella.

Es cierto que estaba blanca, un blanco nada saludable. Sí, mantenía la cabeza agachada. No pude ver si lloraba, pero daba lo mismo. Era una imagen estremecedora, y se me rompió el corazón sólo de verla. No es lo mismo ver a alguien un poco depresivo, llorando si quiera, de vez en cuando, que aquella escena. Me ha impresionado mucho esa visión, porque una persona siempre tan contenta, ahora se arrastraba por los suelos…

Me han entrado ganas de acercarme, abrazarla y preguntarle qué le pasaba, dejarla llorar en mi hombro si hacía falta. Pero la cobardía me ha vencido, puesto que tampoco quería meter la pata. Tal vez era algo realmente grave y sólo conseguía herirla más.

Mi profesora de francés siempre está contenta, pero hoy, no.

Hoy, me han entrado, por primera vez en mucho tiempo, verdaderas ganas de llorar.

10 comentarios:

ClaryClaire dijo...

Tía, qué amor por tu profe....
jajaja está muy bien!! Muy .... como decirlo... profundo!! deep...

tekieroo pendejaa

Kirtashalina dijo...

ya ves... es que no es tan sólo una profesora, es como una amiga ^^

Gracias Claru :) Sí, estaba profundizando esta tarde xDD

TeQuieroo princesaa :)

Mischa Butterfly dijo...

Que bonito :) Quieres mucho a tu profesora de francés y se nota, tu texto es muuy profundo :)
¡Un beso de chocolate!

Escritora Laura M.Lozano dijo...

Precioso, de veras. La observación hacia tu profe merece un sobresaliente, tus palabras albergan un enorme cariño hacia ella.
¿Nos contarás qué le pasa a tu profesora de francés?
Un besito. =))

Kirtashalina dijo...

Muchas gracias a las dos ^^

Pues realmente todavía no sé que le pasa, pero mi profesora está mucho mejor. El otro día me dio clase y parecía mucho más recuperada. A ver qué tal hoy...

Un beso, y gracias por comentar :)

Anónimo dijo...

Oi lá, eu encontrei seu blog através do Google, enquanto busca para os primeiros socorros de um ataque cardíaco e seu post parece muito interessante para mim.

Kirtashalina dijo...

Oi lá, muito obrigado! :)

Anónimo dijo...

Sounds good, I like to read your blog, just added to my favorites ;)

Anónimo dijo...

This was really interesting. I loved reading it

Anónimo dijo...

Muchas gracias por escribir esto, era increíblemente informativa y me dijo que una tonelada