Ella era… brillante, no sé expresarlo de otro modo. No quiero decir que fuera perfecta, ni mucho menos. La cosa era bien distinta. Pero ella tenía una luz interior, un corazón tan puro y luminoso, que aquel resplandor le desbordaba por los ojos, haciendo que su azul, ya de por sí vivo, se volviese mucho más llamativo. Y así fue como la llamé; Ojos Azules.
Se rió la primera vez que se lo dije, pero contraatacó con fiereza usando el apelativo cariñoso que nunca me había gustado.
—León…
—No me llames León.
—Pues no me llames Ojos Azules.
Sonreímos los dos, cómplices de nuestra broma particular. Aún recuerdo el día en que me bautizó como León. Fue la primera vez que nos vimos. No nos conocíamos de nada; yo me hallaba examinando con anhelo un escaparate de guitarras de una pequeña tienda de música. Ella pasó por la calle, a mi lado, y me vio sonreír. Sin más ni más se puso a hablar conmigo.
—Tienes sonrisa de león —comentó sin darle demasiada importancia, pero mirándome con inusitada fijeza.
—¿Cómo debo tomarme eso? —pregunté, confuso, tras unos segundos.
—Preferiría que te lo tomaras como un cumplido —sonrió y me tendió la mano— me llamo Valerie.
Almacené ese dato sin dificultad, pero en mi mente retumbaba otro nombre.
“Ojos Azules”, “Ojos Azules”, “Ojos Azules”…
2 comentarios:
O.O Jolines, Kirta, que bonito. *.* Me ha parecido muy dulce. :) Hacía mucho que no te leía y, desde luego, me alegro de haberlo hecho hoy. Ahora. Has mejorado muchísimo. En serio, me has sorprendido muy muy gratamente. :)
Ay, Sunny, muchas gracias ^^
Y eso que yo no soy mucho de cosas dulces, pero lo he intentado!
Me alegro de haber mejorado, me doy cuenta incluso yo misma al revisar entradas viejas n.n'
¡Sorpresa! hahaha xD
En fin, gracias por venir y comentar ^^
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