Lionne.

Tú...

No eres tu nombre. No eres tu empleo.

No eres la ropa que vistes ni el lugar en el que vives.

No eres tus miedos, ni tus fracasos... ni tu pasado.

Tú... eres esperanza.

Tú eres imaginación.

Eres el poder para cambiar, crear y hacer crecer.

Tú eres un espíritu que nunca morirá.

Y no importa cuántos golpes recibas,

te levantarás otra vez.

domingo, 24 de enero de 2010

La distancia...


Le busqué con la mirada, frenéticamente, de un lado para otro, pero no aparecía. Una completa desesperación e impotencia se apoderó de mí y estuve a punto de perder los nervios. Me manoseé el cabello, nerviosa, enredándome los mechones y desesperándome aún más. Cientos de personas salían del recinto cerrado y acristalado, con caras sonrientes y felices, pero en ese momento yo estaba demasiado inquieta para sonreír. ¿Qué habría pasado? ¿Se habría retrasado el vuelo?
Miré el reloj por enésima vez, pero tan sólo había pasado un minuto desde la última vez que lo había hecho. Un minuto y un segundo, y dos segundos, tres segundos, cuatro segundos… ¿Pero cuántos minutos faltaban todavía, demonios? ¡Estaba desesperada!
Relájate… Estará aquí en un momento. ¿Y si no llegaba? ¿Y si…? ¿Y si me había mentido? ¿Si no tenía la más mínima intención de venir a buscarme, por fin? ¿Después de tanto tiempo, me iba a hacer esa faena tan grande? ¿Me la iba a jugar? No le veía capaz de hacer tal cosa, pero…
¿Cuánto falta? ¿Mucho? ¿Poco? ¿Un poco mucho? ¿Bastante? ¿Nada? ¿Todo…? Treinta segundos, treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres… Y otro enredón más, una mirada al reloj, un nudo, un vistazo…
Y la gente no se daba cuenta de que yo estaba ahí parada, quieta en el mismo sitio desde hacía ya diez minutos, o quizá más, no se daban cuenta de que mi corazón se estaba rompiendo en trocitos muy pequeños, y esperaba que fueran minúsculos, para que la señora de la limpieza que hubiera de turno esa noche no tuviera que barrer fragmentos de tejido ensangrentado…
Cincuenta y siete, cincuenta y ocho…
Ya no tenía mechones sueltos que enredar, así que comencé entonces a desenredarlos, pero era una tarea tan fastidiosa que lo dejé por imposible y seguí mirando el reloj…
No va a venir, pensé de pronto. No lo ves aparecer porque no va a venir. Era demasiado bonito para ser verdad… Y sin embargo, mi corazón… Dos minutos y diez segundos, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis…
Mi corazón seguía esperando… inútilmente. ¿Inútilmente? Tal vez… Una brillante y clara lágrima se deslizó por mi mejilla, dejando un rastro húmedo en mi rostro. No me molesté en quitármela, ella sola cayó a mi hombro y dejó una minúscula marca en la camiseta blanca de tirantes que llevaba yo. Apreté los labios con fuerza, evitando llorar.
¿Tres minutos y cuarenta segundos o cuatro minutos y tres segundos? ¿Esperar o marcharme? Decisiones… Putas decisiones… Fe, esperanza… Veintisiete segundos, veintiocho, veintinueve… Un enredón menos, una lágrima más…
Bajé la cabeza, mirando al suelo, confusa, intentando aclararme, pero me fue imposible.
De pronto, noté algo, una presencia, una mirada que se clavaba en mí. Levanté los ojos y vi la silueta que más ansiaba ver recortada en la luz que proyectaba el sol poniente a través de la luz de las cristaleras. Me quedé quieta un momento, sin respiración, dejando de pensar por segundos. Él se movió entonces, empezó a andar rápidamente en mi dirección. Yo hice lo mismo, y los dos acabamos por correr el uno hacia el otro, frenéticamente. Mi bolso negro cayó al suelo, esparciendo todas mis pertenencias por el suelo y provocando que la gente de nuestro alrededor nos mirara con curiosidad, pero nadie tocó ninguno de mis objetos. Aunque eso no importaba.
Con tal fuerza corría yo que colisioné con él y caímos al suelo, mirándonos.
—Cuánto tiempo —susurró él, acariciándome el rostro con una mano, dulcemente.
—Demasiado —le contesté, y me lanzó una de sus tiernas sonrisas. Sonreí yo también y me incliné hacia él. No me importaba que todas las personas del aeropuerto nos estuvieran mirando, pero era tanto tiempo, habían sido tantos meses…
Y todo por culpa de la puta distancia de los huevos.

5 comentarios:

Palabras en la noche dijo...

oooooooo k majooo joder a ti eso de las palabrotas se te da nie e...
jejej es broma sta mu bn tek

Anónimo dijo...

jajaj tan bien kmo siempre, weno ps na k sigas asi jaja teek wapisima

LaDamaLobuna dijo...

jajaja xiaass osqiiero gentee

Rhynor dijo...

jaja no lo lei me da flojera xD
aaa con ke esa tia es tifa
de ke trata el final fantasy o porke lo pones tanto?
alba te extraño

LaDamaLobuna dijo...

puess final fantasy lo pongo tanto porqe me encantan sus personajes, sus historias, las armas... y si, esa es tifa