¿Por qué se empeñaba Edith Piaf en decir que la vida es rosa? No, de eso nada. El cabello de Caride era completamente rojo, rojo como el fuego, como los amaneceres en el campo, como la maleta que Nathan se llevó a San Francisco, como los frutos que da nuestro manzano del jardín, como la sangre recién derramada. Y sus labios, oh, aquellos labios en forma de corazón, eran también de un rojo tan intenso que parecían formar un universo entero, allí, atrapado entre carmín.
Y entre su pelo y sus labios había tanta vida que el error de Edith Piaf era innegable. La vida, desde el momento en que conocí a Caride, era roja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario