—¡No me creo que llames desde El Bonillo! —exclamó una voz detrás de mí— ¿Tú no estabas en Grecia…?
Contemplo la calle que se extiende delante de mí y suspiro. Todos pasan por allí, felices; unos de la mano, otros hablando, riendo, algunos corriendo, y la gran mayoría, sonriendo. No puedo acercarme a ellos, me es imposible salir de mi prisión y acercarme a la humanidad.
Yo soy un ejemplo de la moda para muchas, muchísimas, pero mi utilidad no llega a ningún sitio más. Sólo me miran cuando necesitan un vestido, una falda, una camiseta o unos pantalones. Y ni siquiera me prestan atención a mí, de hecho, hacen como si yo fuera invisible. Sólo se fijan en las telas que me cubren.
Pero claro, poco más se puede esperar de mí. Me hallo siempre en la misma postura, con una pierna medio doblada y un brazo flexionado, la mano cerca de mi rostro. Hoy llevo un corto vestido de tirantes, con un estampado de flores y un cinturón blanco. Me han puesto un sombrero rústico que me tapa la frente y un pañuelo claro atado alrededor del cuello. En mi muñeca levantada lucen tres pulseras de cuentas, dos de ellas de color azul, y la última de un tono verdoso.
Siempre estoy sola, en mi escaparate no hay nadie más. Me tienen abandonada (bueno, no exactamente, pues en la tienda me cambian de ropa cada dos semanas), aquí en medio de un montón de zapatos rebajados y sandalias novedosas. Lo cierto es que me aburro mucho. Anhelo salir allá fuera y hacer cosas humanas; comer, dormir, bailar, reír.
De pronto, oí unas voces detrás de mí. Una de ellas era la de la propietaria de la tienda. Podría decirse que es mi jefa. La otra voz no la reconocí, pero capté perfectamente sus palabras.
—Vamos a ponerlo ahí, junto al maniquí del escaparate.
Probablemente, si hubiera tenido corazón, se me hubiera acelerado. Esperé, expectante (no podía hacer otra cosa) e intenté girar la cabeza hacia la izquierda, en vano. Súbitamente, en mi campo de visión entró un maniquí más alto que yo, con la figura más tosca que la mía, nada femenina, y con ropa de hombre. Después de colocarle allí, las voces se apagaron y nos quedamos en silencio.
La gente siguió pasando, siguió hablando, siguió riendo. Pero yo ya no estaba sola
2 comentarios:
Ohh!!! En serio Care Santos ha estado EN TU INSTITUTO!!!!
qué fuerteee!!!!
molaaa!!!!
jajaja
y lo del maniquí (que YO di la idea jeje xD)
molaaa mucho dianuu tekieroO!!
Y lo siento por no estar antes muy puesta...
esq en serio perdona pero tenía la cabeza a punto de explotar.
tekiero!
Sí tío xD
Sí, lo sé, MUCHAS gracias por la idea :) aunque no ganó, la próxima vez esmérate un poco más, hombre... xDDDDD Nah, es coña.
No te preocupes mujer, si ya sabes que tengo mucha paciencia ^^ (bueno, en realidad no, pero así quedo bien :)
Jo Clarissa, ¿qué ocurre? ¿Estás bien? ¿Y Salander? :/
Te quiero guapa!
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