Lionne.

Tú...

No eres tu nombre. No eres tu empleo.

No eres la ropa que vistes ni el lugar en el que vives.

No eres tus miedos, ni tus fracasos... ni tu pasado.

Tú... eres esperanza.

Tú eres imaginación.

Eres el poder para cambiar, crear y hacer crecer.

Tú eres un espíritu que nunca morirá.

Y no importa cuántos golpes recibas,

te levantarás otra vez.

miércoles, 16 de octubre de 2013

mejor que sentir arder la carne

vomito hasta que no me quedan entrañas entre las costillas. algo de sangre en el esternón, músculos escondidos tras las caderas. la muerte en todos los poros de la piel.

cuando era pequeña vivía en un barco encallado en medio de un valle. al anochecer las estrellas eran las únicas que iluminaban las cubiertas desgastadas de madera, los mástiles partidos por el viento, la proa pintada de verde esmeralda. y unas manos conocidas sostenían las mías bajo la luz de una única vela llameante.
el mundo era mío, ¿sabes? no poseía nada, pero tenía suelo que pisar y pies con los que hacerlo, y manos con las que tomar a mi guía y ojos para ver el camino en la oscuridad. y el mundo era mío porque tenerlo todo cuando no tienes nada es aceptar que tu realidad es tan estable como la pluma de una gaviota en la cima de un faro en la costa.

que nunca te dije que me vibraba el corazón cuando tenía una Harley entre las piernas porque el despecho y la rabia dieron paso al orgullo y el egoísmo, y ya compartí demasiadas cosas como para cederte eso, regalarte mi motor vital de forma desinteresada, sin obtener algo a cambio. no, cariño, las cosas no funcionan así. regalarte aliento está bien si el calor nocturno es recíproco.

eres muerte, hambre, enfermedad y sed, eres la arena que caló hondo en el esqueleto de mi navío y la ancló a ese valle, entre las montañas, a caballo entre la nostalgia y la desesperación. allí nunca sale el sol porque es territorio de nadie, y ni siquiera la luna se atreve a aparecer. las estrellas no son valientes; son estelas de cosas que fueron y ya no son. cosas que ya no están.

esconder cosas tras la niebla está bien a corto plazo, pero una vez recibido el primer golpe no fallaré otra vez. no caeré de nuevo en la trampa.

puedo sobrevivir sin esas manos amables bajo la luz del fuego. mejor eso que sentir arder la carne… ¿no?

2 comentarios:

David dijo...

Tropezar dos veces con la misma piedra es de humano, o eso dicen. Leo pasión en esta entrada y me encanta.
Un besito :)

Kirtashalina dijo...

Es humano, pero a veces te cansas de sangrar.
Mil gracias David (: